- 1 litro de leche entera
- 4 cucharadas de harina tamizada colmadas
- 1 cucharadita de mantequilla
- 1 cebolla
- restos de pollo asado desmenuzado
- aceite
- nuez moscada
- sal
- pimienta blanca
- 2 huevos
- pan rallado
Elaboración:
Cortar la cebolla en trozos pequeños y sofreirla en aceite sin que se dore. Escurrir bien.
Calentar la leche en una olla; en la misma sartén en la que hemos frito la cabolla, derretir la mantequilla y poner la harina tamizada unos segundos para eliminar el sabor a crudo y el amargo de la harina. Añadir la leche caliente a la sartén con harina poco a poco y sin dejar de remover para evitar que se formen grumos. Cuando haya espesado, añadir a la bechamel la cebolla y el pollo desmenuzado, seguir moviendo. Por último, rectificar el punto de sal y añadir nuez moscada rallada y pimienta blanca molida.
Servir en fuentes planas la mezcla con un grosor de unos dos dedos y dejar enfriar. Una vez frío, liar las croquetas, pasar por huevo batido y después por pan rallado. Freir en aceite abundante y muy caliente y pasar por papel absorbente antes de servirlas.
Esta receta es de tía Blanca y como comprobaréis hace que sean unas croquetas únicas.
En ocasiones es difícil liarlas por lo cremosas que son; yo utilizo entonces pan japonés en lugar del pan rallado (es un truco de Andrés de Oven 180). Y si quiero hacerlas un poco más gourmet, hiervo la leche con tomillo y laurel. Le da un toque ... mmmmm!
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